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COMENTARIOS AL ANTEPROYECTO DE LEY DE PATRIMONIO CULTURAL DE CYL / FEBRERO 2021

Patrimonio e identidad.

En diciembre salió a información pública el Anteproyecto de ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León. Patrimonio cultural implica valores materiales e inmateriales que representan la identidad de cada territorio. Este concepto, “identidad”, es muy amplio: en lo que respecta al tiempo, tengamos presente que lo antiguo y lo catalogado no son el único patrimonio.

Patrimonio es definido en el texto del anteproyecto como resultado de un proceso histórico, aunque no especifica ámbito temporal. Sin embargo, por costumbre pensamos inmediatamente en un período ancestral, alargándolo como mucho hasta el primer tercio del siglo XX. Pero hay que ampliar esta idea, aventurarse adelantándose a situaciones futuras y ampliando la idea convencional de patrimonio cultural.

¡Acordémonos del siglo XX!

Por eso es importante que el Anteproyecto haga mención específica y clara al patrimonio del siglo XX y al contemporáneo. Se dirá que ya incluye “todo” el patrimonio, pero eso no es suficiente, hay que insistir específicamente en esta idea. No hay que esperar a que un edificio tenga cien años. Las protecciones patrimoniales quizá lleguen tarde (recordemos el tristísimo caso de la Pagoda de Fisac y otros similares). Nuestra época, la que estamos viviendo, también produce patrimonio. La arquitectura transmite valores sociológicos y tecnológicos, no solamente históricos y artísticos; por esto, entre otras cosas, es importante. Hemos de prever qué es lo que queremos dejar a las generaciones que nos reemplacen como muestra de nuestra aportación generacional.

El catálogo DoCoMoMo,  que es una decantación muy estudiada de nuestra arquitectura moderna, puede ser una buena herramienta para dar a conocer ante el público general una arquitectura aún en valoración. Tener en cuenta esta institución formaría parte de la propia sugerencia del Anteproyecto de colaborar con la ciudadanía.  Este catálogo abarca la parte central del siglo XX (de los años 20 a los 70, aproximadamente), lo que sería un buen comienzo para valorar la arquitectura cercana. Lo que se conoce se valora, se aprecia y por tanto se conserva y se mantiene.

Y pensemos también en la imagen de la ciudad.

Hay ejemplos más que suficientes en los medios y en las redes que demuestran que esto es necesario. Valorar la arquitectura presente podría prever situaciones de desamparo y desprecio a edificios que “como no están catalogados” son tomados como tabla rasa disponible para cualquier alteración.  Esto ha sucedido con el faro de Santander, el edificio de Fisac de Getafe y otros casos anónimos, que han sido utilizados como simples pantallas para cualquier ocurrencia.

La imagen de la ciudad es un bien patrimonial.  Se necesita respeto por el patrimonio existente, ese que usamos todos los días. No sólo los elementos extraordinarios, singulares o únicos definen nuestra identidad. Lo colectivo, la ciudad y los edificios que utilizamos son parte de nuestra cultura, que se muestra en cómo elabora los espacios que habita.  ¿Quiere esto decir que todo ha de ser protegido? Sí en cierto modo, aunque profundizar en esta idea lo dejaremos para otra ocasión. Comencemos al menos por los elementos singulares.

¿Y cómo incorporar “lo sostenible”?

El anteproyecto merece alguna alusión más extensa y precisa a la sostenibilidad. En el texto sólo se contempla en sus aspectos más sociales y culturales y limitados a su gestión. Pero se quedan fuera temas fundamentales. El cambio climático afecta también a los bienes patrimoniales y, a su vez, éstos contribuyen (o no) a generar impactos ambientales de muy diversas formas. Este tema tiene un enorme potencial de análisis, de propuestas y de desarrollo de tecnología, sobre todo en un lugar que tiene tantísima riqueza patrimonial.

Los efectos en bienes patrimoniales de la desertificación, deforestación, aumento de gases de efecto invernadero, y otros impactos ambientales pueden preverse. La propia UNESCO plantea abordar ya su mitigación . Una Ley redactada en 2020, sin perjuicio de un desarrollo en otras normativas posteriores, no puede ignorar una de las preocupaciones principales de su época.  

Viceversa, la actualización de los bienes del patrimonio requiere de recursos, de energía, de instalaciones, de sistemas confort… Acomodarlos con las mismas exigencias de sostenibilidad con las que se hace en los edificios de nueva planta, ¡qué oportunidad y qué reto para arquitectos, diseñadores, técnicos y sobre todo para la  industria!

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